En estos días se ha celebrado, en el marco de la 74º edición de los Cursos de Verano de la Universidad de Cádiz, organizados por la Cátedra del Carnaval, el ciclo de conferencias ‘El Carnaval como noticia. De la pensadora Gaditana al Diario del Carnaval’. En CarnavaldeCadiz.com vamos a publicar los resúmenes de las conferencias que creemos vale la pena compartir con nuestras lectoras y lectores.
Los asistentes al ciclo han podido disfrutar del trabajo de investigación de Alberto Ramos, Felípe Barbosa, y José Marchena; la experiencia docente de Ignacio Sacaluga, y Alberto Pérez; y la trayectoria profesional de figuras del periodismo como José Manuel Sánchez Reyes, y Nuria Sánchez-Gey.
Si bien en los foros académicos tienen muy claro que el Carnaval es un fenómeno sociológico que no se limita a la historia y evolución del Concurso de Agrupaciones Carnavalescas, lamentablemente no es la tónica general de una gran mayoría de aficionados y participantes, que presumen ser «conocedores de la fiesta» sin salir del circuito «oficial» de las agrupaciones del concurso, y que de una manera vaga creen que las agrupaciones callejeras son un invento de los años 80 del siglo pasado.
Hoy vamos a referirnos a la conferencia impartida por Ignacio Sacaluga ‘Periodismo, carnaval y franquismo en la fabricación de la realidad’, donde entre otras cuestiones se trató el tema de «cómo se crean las noticias y las letras de carnaval, considerando algunos factores interesados de impacto, así como la relación de estos con la desinformación».
En el transcurso del debate que se abrió tras la magnífica conferencia, recordé que el COAC no está exento, en esa «fabricación de la realidad», de la creación y difusión de BULOS. Aludí a la polémica suscitada por la comparsa de José Luis Zampaña y José Antonio Cheza ‘La resbalaera’ que cantó en el Teatro Falla un pasodoble acusando de LGTBI-fobia a una conocida AUTORA de carnaval. Autora que, en privado a los autores y posteriormente en público, denunció la copla como un bulo, exigiendo en vano la rectificación de los autores.
Lo paradójico es que a una agrupación, presunta difusora de bulos, se le otorgara el premio María Zambrano, por creación de letras vinculadas a los valores que sustentaron la vida y pensamiento de la filósofa malagueña, tales como el compromiso social, la igualdad y la libertad… No tengo conocimiento si entre esos valores se incluía la creación y difusión de bulos.
Causa pasmo cómo los medios de comunicación locales, en esa «fabricación de la realidad» (de lo que no se habla, no existe) no han hecho seguimiento a la denuncia judicial, que hace unos días declaró una juez como procedente, y que está pendiente de la fijación del juicio oral.
Si finalmente se da la razón a la conocida autora, entre la lentitud de la justicia, la poca sensibilidad que ha demostrado el jurado de los premios María Zambrano y la mayoría de autores de carnaval con una compañera, no habrá manera de resarcir el mal trago que ha pasado la autora y su grupo, en ningún caso comparable con los injustificados ataques que también han sufrido el grupo y autores denunciados.
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